Sí, señor: eso es lo que tiene que hacer el Gobierno ante esta crisis de tantos tipos de energía. No puede ser que una lechuga haya subido en unos días 0,40 cts; una caja de huevos 1,50 €; el pan ¡el pan! 0,20 cts; el gasoil y la gasolina, para dejar el coche aparcado una temporada y usarlo cuando sea realmente necesario. Y así una y otra vez, visites los mercados más diversos que visites.
¡Abajo los precios!
Y el Gobierno atiende la demanda popular y anuncia un decreto por el que 28 artículos del mercado bajan sus precios un 10% y quedan fijados ahí hasta nueva disposición. Un respiro.
Los dueños de los puestos de todos los mercados convocan una manifestación para exigir que los Mercados Centrales (tipo Mercamadrid) bajen los precios aproximadamente el 10% según la tensión de la demanda. La manifestación ha sido un éxito y todas las autoridades vigilan ahora los precios de entrada en los grandes mercados para vigilar detalladamente los precios.
Lo que no parecía tan claro empezó a pasar: los grandes suministradores empezaron a dejar de llevar sus camiones a los Mercados Centrales. Hubo un día que en mi mercado llegué a contar 17 puestos cerrados por falta de mercancías. Pero más aún, los camioneros cortaron completamente la autopista M-40 (sí, sí, en medio de Madrid) pidiendo una bajada de impuestos equivalente a su pretendido descenso de ingresos.
Pero más llamativas fueron las «movidas» en el campo, cuando se relizaron varios intentos por parte de los intermediarios de pagar menos: exactamente lo que había obligado a bajar los precios finales el Gobierno.
Comprendió el Gobierno que ese no era un buen camino para bajar precios de alimentos y decidió reducir impuestos. Fue una operación muy complicada para analizar la situación puesto por puesto, pero finalmente a una mayoría de minoristas se les pudo hacer un cálculo correspodiente a sus bajadas en las verduras y en los huevos. Líos permanentes, pero algo realista se hizo.
Poco después, el Ministerio de Hacienda avisó al Gobierno del descenso de ingresos que se estaba produciendo y de la necesidad de aumentar algún impuesto no muy decisivo. Todos los Ministerios tardaban en responder. Pero casi todos los Ministerios empezaron a quejarse de que no había bastante dinero para la Sanidad o para mejorar el agua del Mar Menor.
A base de imaginación y tanteo, se logró imponer un impuesto equivalente al del consumo, a las transacciones bursátiles. Fueron las minorías de izquierdas del Gobierno las que impusieron la solución final.
¿Final? De ninguna manera. La Banca y todo el sector empresarial comenzó a quejarse del encarecimiento sin sentido de las operaciones financieras. Alguien insinuó que mejor sería aumentar el impuesto sobre beneficios de las sociedades. Y el Gobierno lo puso sobre la mesa. El lío fue muy discreto en la organización de empresas en general, pero oir radios, escuchar TVs o leer periódicos era una tortura para el Gobierno y una crítica contra los vendedores de los mercados.
Creo que cómo terminó este debate es mejor que lo relate en un próximo post.
Si hay algo que incomoda sobremanera a los españoles, eso son las armas. Todas. Las tenga un particular en su finca o las tenga un Regimiento en su cuartel. Y todo porque las consecuencias de las guerras entre los nacionales de un país dejan unas marcas que cuesta borrarlas a través de los años. Muchos.
Pero a continuación hay una pregunta que los españoles -en general- no saben responder:»Bueno, ya tenemos unas armas; y ahora: ¿De quién nos defendemos?» Como mucho, la respuesta armada se referiría a Ceuta y Melilla. Pero, claro, a continuación vendría a preguntarnos: «¿Y para eso hemos pagado fragatas, carros de combate y aviones armados? ¿No se acuerda usted que tiene La Legión por ahí sin emplearla para nada?» Y el diálogo se complica y resulta que los españoles, en general, no quieren hablar nada de Defensa ni de armas.
Ahora, por sorpresa, nos salta una extraña guerra en nuestras fronteras como miembros de la Unión Europea y de la OTAN. A toda velocidad, los líderes, tienen que aprender qué se hace en estos casos. Nuestro aliado en este conflicto se llama Ucrania. Curiosamente han sido algunos canales de TV quienes nos han ayudado a colocar a Ucrania en el mapa de Europa. Muy de agradecer, porque hay en muchas bibliotecas particulares, mapas de Europa donde no es fácil encontrar Ucrania.
¡Venga!,¡armas para Ucrania! Presidente: que los tanques aquellos alemanes, no funcionan, que hay mucha munición caducada, que para las últimas maniobras tuvimos que pedir prestadas varias piezas confidenciales a Francia porque las nuestras no funcionaban bien.
¿Son exactamente así los diálogos que se han escuchado estos días en La Moncloa? Naturalmente que no puedo tener ninguna posibilidad de saberlo; pero es bastante posible que en algún caso se parecieran bastante.
La verdad es que -en este ambiente- impresionan las peticiones de que ¡el 2%! de todos el Presupuesto de España se dedique a Defensa. Ahora andaremos por el 1,1%. Y eso aceptando que no se hayan colado gastos como medios contra incendios y cosas similares.
No nos engañemos: la petición de que España gaste el 2% del presupuesto en Defensa, es muy complicada de cumplir.Vamos a ver todo tipo de pequeños engaños y de traducciones incorrectas para llegar a contar que hemos llegado al 2%. No será verdad casi seguro, pero en todo caso habremos mejorado en ese concepto de Defensa.
Repito: debe ser lo más importante para militares y civiles explicar «de quién nos defendemos». Y luego será más sencillo exponer el con qué y cómo.
Parece un extraño milagro que Alemania, en cabeza de otros países europeos, solicite a España un urgente enlace de tubos para gas que crucen Francia. ¡España, una geografía netamente periférica es hoy pieza clave para el suministro de gas de la poderosa Europa central!
Este fenómeno industrial y político se empezó a gestar hace muchos años (allá por 1965) por la decisión y la inteligencia de dos personas, ayer clave, hoy inolvidables: D. Juan Lladó y D. Pere Duran. Y una institución fundamental en la Historia Industrial de España: el Banco Urquijo.
Puedo relatar algunas partes de aquel fenómeno industrial, que hoy se reactiva, porque en ese tiempo yo era un empleado del Banco Urquijo. Allá, alto en el organigrama, estaba D. Jaime Carvajal y Urquijo. Y muchos apellidos importantes en la Historia de la Industria española.
Puestos a recordar, dejo aquí una curiosidad: yo era empleado de ese Banco y mi labor era la de asesor de inversiones y gestor de patrimonios. Era un trabajo recién llegado a las instituciones financieras españoles de la mano de unos jóvenes bancarios que pasamos tiempo en Inglaterra y en Francia para aprender el nuevo oficio que hoy es un importante departamento en cualquier institución financiera. Y una curiosidad: yo hacía tres años que había salido de la cárcel tras dos años entre rejas por un delito de «auxilio a la rebelión militar».
Duran Farel se dio cuenta de la cercanía del gas argelino y libio para traerlo a nuestro territorio. Él estaba muy ligado a empresas energéticas hidroeléctricas (Hidroeléctrica de Cataluña, p.ej.), por lo que todo ese mundo que apuntaba a un fututo básico para cualquier país industrial, le era familiar y muy cercano. Los primeros buques que trajeron gas líquido a España lo fueron de la mano de esos grupos energéticos españoles y, hoy, las navieras más importantes de este tipo de transporte se han hecho expertas en los muelles de Argelia y de España.
Faltaba, lógicamente, plantearse la llegada de ese gas por tuberías que cruzasen las aguas del Estrecho. Y un cuarto de siglo después se plantea esta lógica decisión. Es curioso que no produjo grandes entusiasmos hasta la llegada del primer gobierno socialista. Y con él un «abogado» entusiasta: el Vicepresidente D. Alfonso Guerra, se empleó a fondo para que este proyecto visionario se llevase adelante cuanto antes.
Si la memoria no la hemos perdido del todo y leemos la impresionante (impresionante) noticia de que Alemania le pide a España un gran tubo de enlace para hacerle llegar gas africano por encima de los mapas de España y Francia, te quedas asombrado de la visión que algunos españoles tuvieron hace un montón de años.
Espero y deseo que esta obra reciba todo tipo de apoyos políticos. Por favor,PP, dime al oído que también estarás junto a esta obra; y no digo nada de los grupos catalanes, que tienen que ser (como fueron) la punta de lanza de este proyecto.
¿Quién ha dicho que los proyectos industriales españoles suelen ser tardíos y copiados?
Todo ha sido por pura casualidad, pero me interesa que Dña Maria Jesús Montero conozca esta historieta para reforzar su escaso ánimo de gastar dinero en material de Defensa. Que es normal, que le pasa a casi todo el mundo; pero es que España tiene que tomarse en serio que en estos asuntos no está actuando con visión internacional moderna.
La anécdota es que, hace unos días,me compré un dron en una gran tienda de juguetes: unos 40 €. El vendedor -muy amable- le añadió con pequeño coste (que no recuerdo) una especie de linterna pegada con imán en la parte de abajo del dron. Luego le pedí prestada a uno de mis nietos una carabina de aire comprimido, que apenas usa. Y me fuí con todo el paquete a Tabanera la Luenga. Información complementaria: se trata de un pueblecito con su iglesia y su laguna que está en la provincia de Segovia cerca del gran Carbonero el Mayor. Nos compramos esa casa en el tiempo en que fui Diputado socialista por la provincia (tres legislaturas).
Al día siguiente -con otro nieto encantador- preparé el juego. Fuimos andando a un lugar lejano (con un calor que yo no conocía). En un poste marcador de límite de terreno coloqué una botella en posición horizontal (me costó) y esperamos un tiempo a que cayese un poco la tarde. En el momento acordado, mi nieto se alejó paseando con el dron en la mano y yo me alejé del poste con la escopeta de perdigones preparada. Tras un par de gritos empezamos el juego. El dron dio unas vueltas y se fue acercando al poste con la botella; el dron con la linterna encendida en la parte baja. En muy poco minutos empezamos el juego. El dron (bien dirigido por mi nieto) iluminó de lleno la botella situada sobre el poste. «¡Voy»! le grité a mi nieto; y unos segundos después se oyó el ruido de la botella al partirse en varios trozos. Oye: impone. Digo que impone ese estallido de cristal en el silencio del campo cundo rompe una botella un disparo de aire comprimido.
Y ahora le «traduzco» todo esto a Dña MªJesús, Ministra de Hacienda.
Hoy las guerras tienen más carácter defensivo que ofensivo. Lo de atacar, queda reservado para las mayores potencias del mundo (seguramente con bombas nucleares en sus almacenes). Todos los demás (y sobre todo los países de «clases medias») tenemos que hacer un esfuerzo nuevo y decidido para poder defendernos. Y es que, además, se puede hacer y es menos caro que atacar.
El juego que realicé con mis nietos en Tabanera la Luega no es muy distinto del que se hace hoy con la potencia y la exactitud de un disparo especial que se han convertido en el final de cualquier vehículo acorazado. Por el coste decimal de un carro de combate se puede disponer de un FGM-148 Javelin (por ejemplo) que frene a una columna de tanques de coste supermillonario.
En mis tiempos de Diputado, también fui Portavoz de Defensa socialista en el Congreso. ¡Qué tiempos tan maravillosos! ¡Había que hacer unos Ejércitos que creyesen en la Democracia y que fueran militarmente eficaces! Yo me fui sin terminar hasta el final ninguno de los dos objetivos. Incluso me atrevería a decir que, donde más retrasados estamos, es en la eficacia de nuestras Fuerzas Armadas.
Me cuesta dar lecciones, hoy, en estos asuntos militares. Pero si dejo a un lado el Arma Aérea y la Armada creo que algo podría ayudar a un debate serio sobre el armamento de nuestro Ejército de Tierra.
Y en Zaragoza pediría que se hiciera un monumento con la media docena de tanques «Leopard» que se han encontrado inservibles para una guerra como la de Ucrania.
Nada más terminar este agosto se impone que la Ministra de Hacienda llame a la de Defensa y le pida un esquema de necesidades y sus costes, a más tardar en un mes.
Los próximos Presupuestos de Defensa tienen que servir para la guerra, no sólo para desfilar.